¡Borrar el pasado!, que así, no ha pasado.

ROMPIENDO CADENAS

Al fin la Junta de Andalucía ha dado el paso trascendental de hacer desaparecer de la vida pública todo lo que nos recuerde a la oprobiosa época del franquismo. Como decía el Vicepresidente de dicha Junta: “va a marcar un antes y un después”. Andalucía va ya a ir como la seda. Era imposible que lo fuera, mientras calles, parques o plazas mantuviesen nombres tan infames como José María Pemán, López Rodó, Ruiz Jiménez, Unamuno, Fraga Iribarne, Lola Flores, Samaranch, Ortega y Gasset, Lequerica, Torcuato Fernández Miranda, Jacinto Benavente, Don Juan de Borbón, Mayor Zaragoza, Landelino Lavilla, Adolfo Suarez, Camilo José Cela y cuantos que colaboraron alguna vez con el cruel régimen franquista.

Supongo que a los responsables no les temblará el pulso y llevarán el asunto hasta las últimas consecuencias. ¿De que puede servir el quitar la placa al pantano que construyó el tirano, si siempre habrá un tonto resentido que será capaz de mentir, recordando quien lo hizo? Hemos de ir hasta el final: volemos el pantano manchado de sangre de los españoles honrados que construyeron la presa, que muerto el perro se acabó la rabia. No dudemos tampoco en hacer desaparecer la placa que recuerda donde desembarcaron los 20.000 legionarios que conquistaron la España republicana (que tenía todo el ejercito, toda la industria, todo el oro, toda la aviación y la marina, todo el proletariado armado, vamos, toda la nación)  y así la gloria de la armada anclada en Cartagena y entretenida en depurar a la oficialidad,en vez de impedir el desembarco, recibirá los laureles de la gloria que la historia le ha regateado hasta ahora.

Tenemos que conseguir que la opinión mundial acepte por fin la verdad irrefutable de que Franco perdió la guerra civil. Si la hubiese ganado ¿hubiese podido ser Zapatero Presidente del Gobierno español? ¿Hubiesen podido promulgarse leyes como la de la “Memoria histórica? Reconzcámoslo de una vez. Franco fue derrotado… o quizá no existió.

Como no existieron todos esos millones de españoles que fueron ministros, gobernadores, embajadores, agregados de embajadas, alcaldes, concejales, consejeros locales del movimiento, delegados del Frente de Juventudes, de Auxilio Social, la Sección Femenina, miembros del SEU y colaboradores necesarios con el Régimen. Por ejemplo Paulino Alcántara, el emblemático delantero del Barcelona que luchó como voluntario del ejercito de Franco, terminando la guerra de oficial, no existió... o al menos no marcó ningún gol. Si los marcó, deben ser inmediatamente anulados por fuera de juego, en cumplimiento de la ley de Memoria Histórica. Además, de esta forma, Messí alcanzará los récords que tanto se le están resistiendo. Mataríamos dos pájaros de un tiro.

Caiga sobre todos los que lucharon en el ejército franquista (sobre todo si lo hicieron como voluntarios), la más implacable maldición. Sobre ellos y sobre sus hijos, nietos y demás descendientes hasta la sexta o séptima generación. Solo se hará excepción si entran en el partido socialista (o comunista) como han hecho, Don José Bono, la Fernández de la Vega o José Antonio Griñán, por poner ejemplos conocidos.

Ya está bien de permitir que se siga diciendo que en la época de Franco se fundó la seguridad social, la organización nacional de ciegos, los convenios colectivos, las pagas extraordinarias, las indemnizaciones por despido, los descansos dominicales, la limitación de horas laborales y alguna falsedades más. Eso es totalmente mentira. Todo eso lo consiguieron los que lucharon contra el tirano, desde las trincheras de la democracia o jugándose la vida en las sierras de España como maquis. ¡Para ellos la gloria! 

Pido que la Ley sea aplicada hasta sus últimas consecuencias, no solo en Andalucía, sino en toda España, que desea con vehemencia poder dar el paso definitivo de reconocer la victoria de las izquierdas. Hemos de conseguir que desaparezca de una manera definitiva cualquier sentimiento que no sea socialcomunista. Es el único lícito en cualquier conciencia, cualesquiera que sea su raza, su sexo, su religión, su situación social o su ubicación en el globo terráqueo.



Editado por Jose Antonio Caride de Liñán.