UNA
SOFLAMA A LA REINA
Parece que
de las reboticas de Murcia salieron la idea del desfile del Entierro
de la Sardina, el plan y ejecución del jardín de la Plaza de Santo
Domingo, y el proyecto del monumento erigido en la plaza de Santa
Eulalia a nuestro egregio escultor Salzillo.
Se dice que
en las reboticas se redactaron los primeros bandos panochos como
burla al hablar de los huertanos, tomando de él algunas palabras y
giros e inventando otros que quizá jamás se usaron.
Lo que sí
está probado es el lugar en el que Don
Joaquín López redactó la soflama que
dirigió a S. M. Isabel II
con motivo de su estancia en Murcia en 1862: la farmacia de San
Antolín de Don Miguel Rubio Arróniz.
Según un ameno y documentado artículo publicado en la revista
“Cangilón” de nuestro Museo de la Huerta por Don
Ricardo Montes de esa farmacia, que estaba en
la calle Vidrieros, eran habituales contertulios, demás de los
citados, el cura Don Miguel Ortega
y el médico Don Juan Antonio Serrano
Hernández.
A
continuación escribo la soflama:
“Señora:
Acomisionao por los partíos de la güerta de Murcia, pa dicille a
güestra magestá las despresiones que soflaman nuestro corazón,
quisía tener en mi boca un sarterio y que del Ampíreo bajaran las
palabras engüertas en sabenas de gloria, pa dalles tuiquio aquel que
se merecen. Pero soy un probe sin destrución, que no ha cursao la
lletras, y ansí a mi moo le diré to lo que se arremaneja en mi
pecho.
Al
saber que güestra magestá nos iba a vesitar, la güera de Murcia,
que la quiere dista el güeso, determinó ofrecelle esta probeza,
como prueba el afleuto que tenemos a güestra magestá y sus zagales.
Bien pué güestra magestá recibillo con orbullo que ni el cordero
topa ni las floreciquias punchan, y al acetallo como la despresión
der cariño de una tierra tan hermosa, guarde güestra magestá
premaniente lo que voy a decille por remate.
Si
anguna vez, ¡Dios no lo premita! güestra magestá se ve afligía
por las similitudes der tiempo, acuérdese de los hijos de la güerta
de Murcia, que se quean con la estatua de su persona dentro del
pecho, y no dude que la sacarán de cualquier gallomatías u
aflicción en que se meta, aunque pa ello juera mester matar dista
Solofernes y tuiquia la morisma; pues sa menester que sepa güestra
Magestá, que, al nombre de güesta magestá y de la Virgen de la
Fuensanta, dista los montes se levantan y hacen juebo.
He
arrematao”
No
sabemos si cuando unos pocos años después, y tras el levantamiento
de “La Gloriosa”, la reina fue depuesta, recordó del discurso
panocho que el propio Joaquín López leyó a la reina en una barraca
que se improvisó junto al eremitorio de la Virgen de la Fuensanta.
José Antonio Caride de Liñán.
Muy bonito e instructivo....
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