sábado, diciembre 28, 2013
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ATLANTE ESPAÑOL

El catalán D. Bernardo Espinalt y García, era uno de esos hombres curiosos (con curiosidad), con ansias de saber y compromiso de comunicar sus conocimientos como corresponde a un miembro de número tal como era, de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Madrid, “la Matritense”. No sabemos si como trabajo para esta sociedad o por el instinto propio de un hombre perteneciente al glorioso Cuerpo de Correos, dentro del que llegó a Administrador de Valencia, se decidió a publicar una geografía de España a la que tituló “Atlante Español ó Descripción General de Todo el Reino de España”



Esta obra que constaba de catorce volúmenes se fue publicando desde 1778 a 1795 en la imprenta de Pantaleón Aznar. Según el autor era una “descripción general Geográfica, Cronológica, è Histórica de España, por Reinos y Provincias: de sus ciudades, villas, y Lugares más famosos: de su Población, Ríos, Montes, &c. Adornado de estampas finas, que demuestran las Vistas perspectivas de las Ciudades: trages (sic) propios de que usa cada Reyno; y Blasones que le son peculiares. Sacado a luz por D. Bernardo Espinalt y García, Oficial del Correo General de esta Corte”, aclarando a continuación que lo publica “con licencia”.

De los catorce volúmenes, el tomo primero que publica, lo dedica al “Reyno de Murcia”, según confiesa porque “a esto me mueven motivos de obligación y respeto”. Es el que queremos comentar.


Las 220 páginas de que consta, incluyendo el índice, se inician con el mapa que se acompaña como Estampa 1, en el que lo primero que llama la atención que está referido a unas longitudes que arrancan en el Pico de Tenerife (el Teide naturalmente) y que se utilizaba para la cartografía mundial, con algunas variantes, hasta que se estableció como cero el meridiano de Greenwich. Hay que tener en cuenta que hasta el descubrimiento de América, las Islas Canarias eran el punto más occidental del mundo conocido. Así el meridiano canario, desde tiempos de Ptolomeo, era el meridiano cero. Ciertamente no siempre fue Tenerife pues primitivamente era la Isla del Hierro. Finalmente los holandeses establecieron el meridiano que pasaba por el pico del Teide como cero, permaneciendo así hasta que en 1884, en una reunión celebrada en Washington se estableció como cero el que pasaba por el antiguo observatorio astronómico de Greewich. Una vez más “la pérfida Albión” se salió con la suya, mientras ella misma rechazaba el sistema decimal.

La escala en la que está confeccionado el mapa está medida en leguas “de una hora de camino” equivalente, en este caso, a veinte por grado. Esta equivalencia le daba más consistencia ya que una hora de camino, da una infinidad de soluciones según el caminante y en realidad así sucedía en España que según los lugares, la legua, podía variar de 4 a más de 7 km. Por ejemplo la legua castellana de 5.000 varas equivalía a 4.19 km. ó 2,6 millas romanas. En Murcia, como lo demuestra el término de Media Legua a la mitad de la distancia de Alcantarilla a Murcia, son algo más de siete km. Los lugares llamados La Media Legua abundan en toda la geografía española con significados de distancias dispares. A partir de enero de 1801 se estableció que la legua tenía 20.000 pies y que pasado a medida actual son 5.572,7 km. Con esa medida de las leguas se señalaron todos los caminos de España hasta la entrada en el sistema métrico decimal con el que se marcaron las distancias en kilómetros y hectómetros que ahora vemos.

Continuando con el mapa, se ven las dimensiones que a finales del siglo XVIII tenía el Reino de Murcia. Comprendía la mayor parte de la actual provincia de Albacete, con su capital y toda su franja sur, desde Nerpio a Tabarra y Almansa. También pertenecían a nuestro Reino los pueblos de Segura de la Sierra, Orcera y otros de Jaén, y de Alicante, Villena y Sax. Como se ve, las modificaciones que los límites provinciales y regionales que se sufrieron durante el reinado de Isabel II no fueron muy propicios para el reino de Murcia. No me refiero a los definitivos, que mediante una simple circular consagró el motrileño D. Javier de Burgos, porque en realidad solo confirmó los establecidos en 1822, con la casi sola excepción, de la desaparición de las provincias de Calatayud, el Bierzo, Játiva y Cartagena. Ya entonces se habían reducido los límites de la provincia de Murcia a los actuales. Ahora bien con Albacete como provincia del reino tal, como entonces se estudiaba: “Reino de Murcia dos, Murcia Albacete”.

Produce sorpresa comprobar que Chinchilla (ciudad) tenga más importancia que Albacete (villa) y, por ejemplo, que la villa de Portilla, la sitúe en el mapa en el reino de Granada y sin embargo en la descripción de los diversos lugares la encuadre en nuestro reino. También el contorno del litoral difiere un poco del real, pero en su conjunto es un documento muy interesante y de una manera especial la información que aporta de cada lugar.

Da curiosos detalles no solo de la capital del reino que tiene 5.000 vecinos sino de las cuatro ciudades, Lorca (2.500 v.), Cartagena (2.300 v. y de quien decía Andrea Doria que solo conocía tres puertos seguros, junio, julio y Cartagena), Villena (2.000 v.) y Chinchilla con 1.156. Como se ve, el número de vecinos (que no era el de habitantes, como se sabe) podía ser aproximado o meticulosamente exacto. De las villa del reino la más poblada era por entonces Totana con 2.500 y tras él, Caravaca que tenía 2.280, seguido de Yecla (2.000). En lo que hoy es provincia de Albacete tenía dos villas con más habitantes de los 1.600 que tenía la capital actual: Higueruela (2.500 v.) y Hellín (1.668) y otra con los mismos Almansa (1.600). Es curioso el caso de Higueruela (Igueruela la llama Espinalt) que ahora tiene 1.306 habitantes, que entonces bien podían ser más de 6.000, por el número de vecinos reconocidos.
Otros importantes núcleos urbanos con más de 1.000 vecinos son: Jumilla (1.592), con 1.500 Mula y Moratalla (aunque ésta tenía más de cuarenta eclesiásticos y ministros de la Iglesia), Cieza tenía 1.350 y 1.000, Tabarra, Alhama y Mazarrón.

De todos ellos, y algunas decenas más, hace mención de iglesias, conventos, fundación, historia encontrando curioso lo que dice de la villa de Carcelén: “tiene 50 vecinos y 2.000 almas de comunión”. No sé como interpretarlo. También es curioso de que del Puerto de las Águilas (predecesor del actual pueblo de Águilas) no dice los habitantes; solo dice que tiene cuarenta casas.

La redacción es minuciosa en algunos detalles (la parroquia de Santa María de Chinchilla tiene cinco monaguillos) mientras que en otros asuntos, sobre todo en las fundaciones de las ciudades se deja llevar por historias difíciles de creer, mientras que otras son dudosas, como cuando habla de Moratalla, que afirma que “nunca faltó en ella la Fé de Jesú-Christo, públicamente profesada en el Heremitorio Moratalienze, aun en tiempo de la cautividad de España, y persecución de los Moros”.

Las notas de cada localidad son dignas de consideración y como muestra publico el contenido lo que dice de Alcantarilla, aunque toda la publicación es digna de amena lectura que recomiendo.


José Antonio Caride de Liñán.
  
Editado por: La Redacción.

2 comentarios:

  1. Murcia, con Albacete, parte de Alicante,... Tendríamos que pedir la devolución?

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  2. Es interesante y hay curiosidades que no sabia. Me ha gustado mucho

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