miércoles, diciembre 04, 2013
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Historias, cuentos y poesías de uno que quiso ser actor y lo consiguió.


Evocación nostálgica

El tiempo transcurrió deprisa. Parece que uno ha ido en volandas de un año a otro sin apenas poder mirar a su alrededor. Uno pasa por la vida a una velocidad supersónica. Cuando abres los ojos por primera vez ya estás en ese camino inquietante, misterioso e ineludible. Sin embargo algunos recuerdos, aunque lejanos, perduran; y eso es lo que me ocurre a mí. Recuerdo un pueblo bastante distinto del que hoy recorremos. Un pueblo más vital, más inquieto, más preocupado por otras cosas que no fuera la política.

Hasta me parece que la gente reía más y que llenaba las calles más alegremente. El paseo dominical, igual que el del atardecer era, esplendido y lleno de vida.

Una de las muchas cosas que están en mi recuerdo es la afición que sus habitantes tenian por las cosas artísticas, asistiendo o, en algunos casos, participando.

En el Casino se hacían bailes, costumbre que también se extendió al cine Casablanca, ya desaparecido, como han desaparecido todos los que eran la distracción y también la ensoñación de tantos jóvenes y mayores que componían nuestra pequeña sociedad. Se daban, charlas, conferencias, juegos de magia y muchas actividades.

El Ayuntamiento mantenía y proporcionaba una banda de Música, que en aquél tiempo dirigía Don Jesús Gambín, hombre colaborador de todo aquello que significaba y se definía como artístico, escribió y puso música a un pasodoble que dedicó al pueblo. A él se deben muchos de los acontecimientos musicales que por entonces se hacían. Otra persona que ponía todo su afán en estos eventos era Domingo Hernández, éste por su gran afición al teatro. Él me enseñó las formas de concebir el teatro, su clímax y que se tenía que revalorizar en el párrafo. Sus enseñanzas me sirvieron de mucho en mi humilde caminar por esa profesión que tantas alegrías y "triunfos" me ha dado.

Sí, en Alcantarilla el teatro y la música eran muy estimados y queridos. Aún recuerdo a Paquita Pacheco, Juan Tormos, mi querido amigo, a Pedro Guerrero a su hermano Miguel, a Esteban Gómez, mi pariente, Merceditas Carrillo, Isidro Pérez de Tudela, Pablo Fernández, eminente ginecólogo, Juan Muelas y tantos otros, que participaban en estas Representaciones un par de veces al año, y en el Auto de los Reyes Magos que todos los años se hacía por Reyes; vaya para todos ellos mis mejores recuerdos y mi agradecimiento más profundo por su amor al ARTE, con mayúsculas.

Con la nostalgia de aquellas inquietudes tan queridas y tan deseadas, les dejo. Que la vida les de la felicidad a la que aspiran.




Editado por: Actor José Caride.

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