miércoles, mayo 21, 2014
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CAPÍTULO V
EVOLUCIÓN DE LA FARMACIA
Y
LA BOTICA DEL MUSEO DE LA HUERTA


Los libros que componen la biblioteca y el resto del material son de las mismas épocas, comprendiendo publicaciones desde 1854 a 1940. Se trata de libros de medicina y farmacia tanto en español como en francés. Algunos son libros de consulta y otros de texto en cualquiera de las cuatro únicas facultades que de farmacia había en aquellos tiempos: Santiago de Compostela, Barcelona, Madrid o Granada. El total de libros es 198, aunque también hay gran cantidad de revistas farmacuitica desde 1920.

Las facturas, libro recetario, varios documentos, orla, enseres y material de laboratorio de vidrio, reactivos o el foto-colorímetro Lange provienen igualmente de la farmacia Moreno.


De mi farmacia, son la colección de revistas relacionadas con los Análisis Clínicos hasta el año 1971 y que arrancan en los primeros años del s. XX. Vemos los ejemplares aislados o encuadernados por semestres o años del “Monitor de la Farmacia”, “Acofar”, “Laboratorio”, “Nueva Farmacia”, “Panorama Actual del Laboratorio”, “Ars Pharmaceutica”, “Revista Cínica Española”, “Anales de Medicina y Cirugía”, “Phara Lye” o “Boletines del Consejo General”. También encontraremos otros documentos entre los que destacan los correspondientes a la controversia mantenida entre el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Murcia, presidido por D. Domingo de la Villa y el Consejo General de Colegios que presidía D. Alberto García Ortiz compuesta de circulares y cartas. Hay también una amplia representación de catálogos de material de laboratorio y de farmacia.

Entre el material que tendremos oportunidad de encontrar está un microscopio C.Reichert de Viena de 1908 o un Colorímetro del D. Lange, modelo IV de 1950, posiblemente uno de los primeros que llegaron a Murcia. Hay baños maría diversos, estufas de cultivo y otros aparatos del siglo XIX o principios del XX.
El material de vidrio es abundante como un aparato de Kipp para obtención de gases o diversos para detilación fraccionada como tubos de Bel o Heninger de 2 y 4 bolas.

Una interesante colección de densímetros desde el clásico de Baumè a los de orina, pasando por los que medían densidades de leches, vinos y alcoholes. También varios ureómetros de Barrón.

La farmacia de Antonio Llorca aporta mucho material, bien a través de la de García-Estañ bien directamente aportada por su hija: documentación de la farmacia, publicidad farmacéutica, carné de estudios, papel de farmacia, tampones de diverso formato y tamaño (incluido gigante), medicamentos, cajas de madera para píldoras y otros.

La inmensa mayoría de los frascos que contienen extractos fluidos y acuosos o secos, así como los de productos galénicos vegetales y minerales que se usaron en siglos pasados para la fabricación de fórmulas magistrales, proceden de la prestigiosa farmacia que tenía en El Palmar D. Pascual García-Estañ Martínez. Algún material le había llegado de la desaparecida farmacia de su amigo y compañero A. Llorca que estaba en la Plaza de Camacho. Todo ello han sido cedido por su hijo el Dr. D. Francisco García-Estañ González.

Varios amigos como Juan José Bañón Counington, han aportado material y estamos seguros que no faltarán en el futuro otros que con su colaboración enriquezcan los fondos que componen estos legados y que nos obligarán, estoy seguro, a ampliar el espacio que ocupa. Para el Museo de la Huerta sería un orgullo que esta sala sirviese de base para la elaboración de una Tesis Doctoral sobre historia de la Farmacia en el final de su fase artesanal e inicio de la industria farmacéutica.

Al entrar en esta sala que el Museo Etnológico de la Huerta se percibe de inmediato lo que siempre se llamó “olor a farmacia”. Es como se sabe la integral de tantas sustancias que lo hacen imposible de definir a la par que lo hacen inconfundible. Sustancias tan poeticamente nombradas como extracto de hamamelis, colodión, esencia de almendras amargas…y más de un centenar cuyos cierres dejan escapar mínima parte de sus esencias, dan ese resultado.

Ese perfume, es posible que englobe también el espíritu de tantos farmacéuticos, en especial murcianos, que tanto han hecho por la profesión y por la misma Murcia. Estos compañeros han sido además de farmacéuticos rurales o de ciudades más o menos grandes, catedráticos en varias universidades, alcaldes de varios ayuntamientos de la provincia incluida la capital, han sido investigadores con importantes publicaciones, directores de laboratorios de análisis o de fabricación de medicamentos, han aportado importantes innovaciones a la agricultura y la enología, han sido creadores de empresas y en suma protagonistas de la cultura, la ciencia, el deporte, la política y la modernización de la región, colaborando en diversas empresas benéficas. Quiero recordar, sin pretender ser exhaustivo, solo a modo de resumen, a algunos de esos compañeros, en una lista fiada a la memoria y confeccionada no por la gran amistad que tuve con algunos, sino por lo que muchos significaron para la farmacia y la propia historia de Murcia, o por el prestigio que su trabajo de todos los días y a todas las horas tras su mostrador, ha supuesto para la profesión.

Enrique Gelabert, Presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Murcia, investigador y publicista; Enrique Ayuso, fue también Presidente del Colegio y del Real Murcia para el que compró el campo de La Condomina; Moisés del Amor, una verdadero institución en Mula en donde tuvo su farmacia; José Sala, dueño de una preciosa farmacia pieza esencial expuesta en el Palacio de Guevara; José María López Leal, muy querido por todo el pueblo de Alcantarilla y miembro de la primera Junta de Gobierno del Colegio de Farmacéuticos tras la guerra civil ; José Montesinos, investigador y autor de libros de análisis muy consultados en su tiempo; Octavio Carpena, Director del Instituto de Orientación Técnica del Sureste, dependiente del Instituto de Investigaciones Científicas y responsable directo de la modernización y tecnificación de la agricultura de Murcia; Santiago Llorente, investigador y directivo del la Hermandad; Mateo Nieto Cerezuela, doctor en farmacia, analista y con diversos puestos directivos; Domingo de la Villa, Presidente del Colegio y la Hermandad Farmacéutica Murciana, Alcalde de Murcia y persona esencial en la región; José Rojo, Coronel de Farmacia del Ejercito del Aire y Secretario del Colegio; Luis Egea, mente privilegiada, investigador, primer Presidente del CDS murciano y entre otras cosas Presidente de la Hermandad; Manolo Aguilera, primer compañero que conocí en Murcia y que murió prematuramente; Tomás Serrano, fundador del prestigioso laboratorio en el que se fabricaban los colirios “oftalmiso”, Luis Alberola, fundador de una importante saga farmacéutica, de gran cultura y florida oratoria, figura profesional primordial durante muchos años; Luis Alías, Catedrático de Mineralogía en la Facultad de Santiago de Compostela y en la de Murcia de Edafología; Pedro Alonso, Inspector Provincial de Farmacia más joven de España y Director de los Servicios Farmacéuticos de Murcia; Juan Álvarez Gómez, de una prestigiosa saga farmacéutica cartagenera, siempre con puestos de responsabilidad; Ceferino Bañón, inquieto profesional, fabricante de productos parafarmacéuticos, involucrado en el sector automovilístico y director de banca, pero siempre farmacéutico; Ginés Bernal, auténtico farmacéutico rural y buen amigo y mejor persona; Antonio Carazo, analista y muy comprometido con la profesión; Carmen Gómez Escolar, esposa y madre de farmacéuticos y una de las pioneras entre los analistas de la seguridad social; Manuel Guillén, fundador de Cooperativas Vitivinícolas y responsable con otros de la mejoría del prestigio de los vinos del noreste murciano; Juan Hummer, farmacéutico de los de las 24 horas del día de los 365 días del año en el Puerto de Mazarrón; Doroteo Jiménez, que fue Alcalde de Lorca y directivo del Centro Farmacéutico Murciano; Pepe López Grande, inquieto y decidido, analista, óptico y emprendedor; Pedro Meca, ingenioso y omnipresente; Hipólito Molina, un experto en pintura y poseedor de una importante pinacoteca, muerto también muy prematuramente; Paco Mora, que fue Presidente del Colegio, padre, yerno y esposo de farmacéuticos y agricultor de vanguardia; Francisco Munuera, analista prestigioso; Pedro Rivera, siempre luchador por la profesión; Bernardino Ros, Coronel del ejercito, culto, una institución en la profesión y esforzado defensor de los derechos de nuestra profesión expresados en su grito: “¡Delenda est intrusi!”; José Ruiz Seiquer Alcaraz, fundador y primer Presidente de la Hermandad Farmacéutica Murciana; Luis Sáez, auténtico farmacéutico rural desde Caravaca; Antonio Saura, cuyo prestigio le hizo ser Juez de Paz de Mazarrón; Serafín Sánchez Carrión, con importantes puestos profesionales y analista sumamente preparado; Rosendo Moreno, que abandonó una histórica oficina de farmacia para entregarse en cuerpo y alma a los análisis clínicos con gran prestigio; José Ortiz, fue Concejal del Ayuntamiento de Murcia, de la Directiva del Centro Farmacéutico Murciano y experto en depuración de aguas; José Sánchez Martínez, segundo presidente de la Hermandad Farmacéutica a la que consolidó; Matías Soria, Inspector Farmacéutico y miembro importante en varias directivas; Evaristo Tomás, gerente de la Hermandad y Farmacéutico del Rosell; Rafael Verdú, Director del único Instituto que entonces había en Murcia y que tuvo que hacer milagros cuando se implantó la enseñanza obligatoria hasta los 14 años; Ginés Zapata, farmacéutico de La Ñora enamorado de su pueblo y su profesión; Diego Martínez Belvís, gran analista y enamorado de la profesión que comenzó en Corvera; Carmen Carrascosa, una institución en Cartagena; Pedro Coma, Inspector Provincial de Farmacia; Purificación Gómez Ochando, posiblemente la primera mujer en una Junta de Gobierno de Murcia; Salvador Álvarez Orsi, Director de un almacén de especialidades, analista y maestro de analistas; Pedro García Carrillo, dueño de un prestigiado Laboratorio de Especialidades Farmacéuticas y que estudió la carrera siendo maestro de escuela; César Portillo, muchos años directivo farmacéutico; José Martínez Salazar, analista, promotor de la Hermandad y directivo de la misma en varias legislaturas… y la última compañera que nos ha abandonado, Cochita de la Peña Abellán, siempre tan activa y certera y que durante lustros ha sido una figura imprescindible en la política profesional murciana.

Dentro de un par de generaciones solo los descendientes de estos farmacéuticos, si los tienen, recordarán su existencia y seguramente la sociedad habrá olvidado la deuda que tiene con ellos por su aportación a la cultura, la política, la economía y a la prosperidad de la región o cuanto menos al desarrollo de la profesión farmacéutica. Es por ello por lo que quiero, que en reconocimiento a su importante contribución al prestigio de la profesión queden sus nombres escritos en este artículo y en la sala y con ellos, tantos compañeros anónimos.


José Antonio Caride de Liñán.
  
Editado por: La Redacción.


Bibliografía:

Andrés Cegarra Salcedo “Almanaque de la Editorial Levante para 1928”
Anónimo, “Selección de Grabados de Farmacias Antiguas” Barcelona D.L.15.200/1959
Diego Matheo Zapata, “Palestra Pharmaceutica Chymico-Galenica”
Lab. Norte de España, “Compendio de los Boticarios del s. XV”. Dep. Leg. B. 17510/1961
Lab. Norte de España, “Selección de Grabados de Farmacias Antiguas”. D.Leg.B. 15200/1959
Laboratorio Bayer, “La Medicina antaño y ogaño, 1949
Laboratorio Norte de España, “Farmacopeas” 1956 y 1957
Molina Molina, “Datos sobre sociodemografía murciana”
Revista “Acofar”, entre 1961 y 1971
Revista “Anales de la Medicina y la Cirugía” entre 1923 y 1971.
Revista “Monitor de la Farmacia”, entre 1923 y 1971
Revista “Nueva Farmacia”, entre 1920 y 1866
Sánchez Riquelme, “Alcantarilla en el s. XVIII, según el Catastro del Marqués de la Ensenada”.
Varios. Col. Oficial de Farmacéuticos. “100 años de Colegio”, 1997

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