martes, abril 22, 2014
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LA FIGURA DE JESÚS DE NAZARET

El periodista bilbaíno Julián Méndez, publica en La Verdad, a doble página, un interesante trabajo sobre diversos aspectos de la figura y Pasión de Jesús, profusamente ilustrado Hay cosas muy interesantes en él, pero también afirmaciones de las que discrepo totalmente. 

El artículo, publicado el pasado Jueves Santo va encabezado a toda página por la afirmación: LO ÚNICO QUE SE SABE CON CERTEZA ES QUE JESÚS MURIÓ EN LA CRUZ. EL RESTO FORMA PARTE DE LA LEYENDA. Hay que leer el artículo para saber que al decir “el resto” no se refiere principalmente a los evangelios sino a la iconografía y a la opinión generalizada. Dice que no hay actas ni declaración de testigos sino testimonios recogidos cientos de años después. Y eso no es cierto. Los Evangelios, está demostrado, se escribieron entre el año 60 y el 120, esto es entre 30 y 90 años después de la muerte de Cristo, en vida de muchos coetáneos. Tiempo después, eso es cierto, se distinguió entre los llamados apócrifos y los revelados (de Juan, Marcos, Mateo y Lucas).

 Tampoco estoy de acuerdo en que se le prendiera por pretender ser rey de los judíos. Sí es cierto que fue la acusación que presentaron los sacerdotes judíos pero él, diversas veces y ante el propio Pilato, afirmó que “mi reino no es de este mundo”. No puede sostenerse que Jesús fuese la cabeza visible de una revuelta contra Roma como sostiene Julián Méndez. No mucho después hubo un alzamiento de fatales consecuencias para Jerusalén y su templo y si Jesús hubiese enarbolado esa bandera no le hubiesen seguido unos pocos apóstoles sino la mayoría del pueblo judío. 

Discrepo también de que “debía” de ser de tez tostada, barbudo, nariz aguileña y estatura no superior a 165 centímetros. El hecho de que esas características correspondan a la gran mayoría de judíos de la época no implica que Jesús fuese así. No es de extrañar que en el Concilio de Trento (no conocía esta circunstancia) se recomendara representar a Jesús parecido al autorretrato de Alberto Durero. No existiendo ningún retrato de Él en aquel tiempo, es razonable que se intentara unificar su figura. Ahora sin embargo sí tenemos un retrato de Él. Es el que nos da la sábana santa (por nadie rechazada científicamente) y era de un hombre de cerca de 180 centímetros, según recuerdo. En los evangelios no se dice que fuese alto y guapo. Tampoco feo y bajito. Lo que sí se deduce es que tenía un gran atractivo que hacía que le siguieran a una sola insinuación y que había mujeres que le adoraban.

No sé en que parte de los evangelios dice qué forma tenía la cruz, como le clavaron a ella, ni que en el Calvario hubiese una multitud de seguidores. Antes por el contrario, la mayoría de los Apóstoles habían puesto pies en polvorosa y solo conocemos la presencia de María (iusta crucem lacrimosa), llorando pero firmemente en pié, junto a dos amigas (María la de Cleofás y María Magdalena) y el discípulo amado. 

Lo que menos me ha gustado del artículo ha sido el enfoque general de falsedad de los evangelios cuando en la mayoría de los asertos se apoya en ellos. Pero le veo un sospechoso parecido con diversas manifestaciones ahora muy de moda de culpar a Roma y no a los judíos de la muerte que sufrió Jesús. Realmente se sabe, que solo los romanos podían condenar a muerte, pero los instigadores, los acusadores ¿Quiénes fueron? Hace poco vi por televisión un programa en el que se llegaba a decir que la "mentira" de culpar a los judíos de la muerte de Jesús había llevado a ésto, dijo el articulista, mostrando imágenes de las muertes de los judíos en los campos de exterminio nazi. Se trata, por parte de las católicos, de un asunto zanjado desde que Benedicto XVI perdonó al pueblo judío de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo.

José Antonio Caride de Liñán.
  
Editado por: La Redacción.

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